miércoles, 5 de marzo de 2014

¿Qué sucede cuando creamos un mandala?


Cuando creamos un mandala, producimos un símbolo personal que revela quién somos en ese momento. El círculo que dibujamos contiene —e incluso invita a aparecer partes conflictivas de nuestra naturaleza. No obstante, aun cuando emerge el conflicto, existe la innegable liberación de tensión al producir un mandala. Tal vez sea porque la forma del círculo nos recuerda la estrecha seguridad del viente materno. El efecto calmante de dibujar un círculo también puede deberse a su capacidad para simbolizar el espacio ocupado por nuestros cuerpos. Dibujar un círculo puede tener cierto parecido con dibujar un limite protector en torno al espacio físico y psíquico que cada uno de nosotros identifica como uno mismo.

El mandala invoca la influencia del Self o sí mismo, el patrón subyacente de orden y totalidad, la trama de la vida que nos sostiene y sustenta. Al hacer un mandala creamos nuestro propio espacio sagrado, un espacio de protección, un foco para la concentración de nuestras energías. Cuando expresamos nuestros conflictos internos en la forma simbólica del mandala, los proyectamos fuera de nosotros mismos. Se puede alcanzar una sensación de unidad simplemente mediante el acto mismo de trazar un círculo.

S. Fincher

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